martes, 14 de septiembre de 2010

Una Historia Para Contar

Hola, amigos, les dejo la historia de una de las tiendas departamentales más grandes en nuestro país, es sin duda una muestra de entrega y de esfuerzo, para las nuevas promesas.

En la tercera década del siglo antepasado, allá por 1821, empezó a llegar al país una generación de jóvenes provenientes del Valle de Barcelonnette, región localizada en los Alpes de la Alta Provenza, en Francia, que en su anhelo por encontrar una nueva forma de vida, dio inicio a una saga que trajo al Continente Americano a un nutrido grupo de franceses que formó parte de una corriente migratoria que duró más de un siglo y que tuvo a México como su principal destino.

De entre aquellos aventureros destaca la figura de Jean Baptiste Ebrard, quien fundó la tienda El Puerto de Liverpool, en 1847, una gran casa de novedades localizada en la esquina que formaban las calles de San Bernardo y Callejuela, exactamente en el Centro del Distrito Federal.

Como prácticamente todos los barcelonnettes, Ebrard tenía la experiencia del comercio en su país natal, en donde iban de puerta en puerta para ofrecer sus productos que, básicamente, eran telas confeccionadas con la lana de sus borregos. Así, fueron tomando el conocimiento, no sólo en su sitio de origen, sino en otras ciudades, de las ventas y de los viajes que posteriormente serían la llave de su éxito empresarial.

En cuanto vio la oportunidad de salir de Europa, Jean Baptiste Ebrard tomó el primer barco que lo llevaría a América, de la que tanto había escuchado hablar como tierra en franco proceso de desarrollo.

Su primer destino fue Louissiana, colonia francesa en Estados Unidos hasta 1803, pero no le fue muy bien. Decidió arriesgarse de nuevo y trasladarse hacia Veracruz y después llegar a la Ciudad de México, en cuyas céntricas calles se topó con un lugar donde casi todos los comerciantes ponían “cajones”, es decir, grandes muebles que contenían todo tipo de mercancías. Él también puso el suyo, que se conoció como el “cajón de ropa”.

Así como Jean Baptiste Ebrard introdujo un esquema diferente dentro del comercio local, el nuevo Puerto de Liverpool también llevó más allá del Centro del Distrito Federal –la tradicional zona reconocida por toda la gente para ir de compras–, su concepto de almacén. Así, en 1962 se construyó la primera sucursal, en la Avenida de los Insurgentes, esquina con Félix Cuevas, en el Sur de la ciudad. Al principio fue difícil abrirse paso, no tanto por la competencia, sino porque la gente se reusaba a ir a otra parte de compras que no fuera al Centro. Sin embargo, al paso de los años la tienda empezó a fortalecerse a tal grado que hoy dicho establecimiento tiene el mejor rendimiento de todas las sucursales de Liverpool.

De esta forma, Liverpool hoy tiene presencia en las zonas más representativas de la capital de la República Mexicana, pero hay otras ciudades hacia las que también se expande la cadena. Así, en 1982 se inauguró una sucursal en Villahermosa, Tabasco y, con base en su éxito se dio el salto hacia Monterrey, Nuevo León.

Sin embargo, el secreto para que hoy existan 56 almacenes Liverpool y 25 Fábricas de Francia, en las que tienen empleo más de 33,000 colaboradores en toda la República Mexicana, ha consistido en llevar un perfecto orden en su economía interna, lo cual les ha permitido vivir prácticamente sin deudas y mantener su filosofía de satisfacer a su clientela.

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